La logoterapia, a diferencia de otras psico-terapias, mira más bien hacia el futuro, es decir, al sentido y los valores que el paciente quiere realizar en el futuro. La logoterapia, ciertamente, es una psicoterapia centrada en el sentido. Al mismo tiempo, la logoterapia rompe el círculo vicioso y los mecanismos de retroalimentación que juegan un papel tan crucial en el desarrollo de las neurosis.
La búsqueda por parte del hombre del sentido de su vida constituye una fuerza primaria y no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y específico, en cuanto es uno mismo y uno solo quien ha de encontrarlo; únicamente así el hombre alcanza un fin que satisfaga su propia voluntad de sentido. Algunos autores sostienen que el sentido y los valores no son más que “mecanismos de defensa”, “formaciones reactivas” o “sublimaciones”. Por lo que al autor y creador (Viktor E. Frankl) respecta, no desearía vivir simplemente como carnaza de sus mecanismos de defensa, ni se sentiría inclinado a morir por sus “formaciones reactivas”. El hombre, no obstante, ¡es capaz de vivir e incluso de morir por sus ideales o valores!
La logoterapia se diferencia del psicoanálisis porque concibe al hombre como un ser cuyos intereses primordiales se inscriben en la órbita de asumir un sentido a la existencia y realizar un conjunto de valores, y no en la mera gratificación y satisfacción de sus impulsos e instintos, o en el mero ajuste del conflicto interior generado por las exigencias del ello, del yo y del superyó, o en las luchas de adaptación y ajuste al entorno circundante y a la sociedad.
No deberíamos perseguir un sentido abstracto de la vida, pues a cada uno le está reservada una precisa misión, un cometido a cumplir. Por consiguiente, ni puede ser reemplazado en su función, ni su vida puede repetirse: su tarea es única como única es la oportunidad de consumarla. En última instancia, el hombre no debería cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que la vida le interroga a él. En otras palabras, la vida pregunta por el hombre, cuestiona al hombre, y este contesta de una única manera: respondiendo desde su propia vida y con su propia vida.
El énfasis en la fuerza de la responsabilidad humana se refleja en el imperativo categórico de la logoterapia: “Obra así, como si vivieras por segunda vez y la primera vez lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora”. En opinion del autor, pocas estrategias estimularían más el sentido de la responsabilidad del hombre que esta máxima, pues invita a imaginar, en primer lugar, que el presente ya es pasado y, en segundo lugar, que ese pasado es factible de modificarse y enmendarse: este precepto enfrenta al hombre con la finitud de la vida y con su finalidad personal y existencial.
La misma argumentación permite afirmar que la auténtica meta de la existencia humana no se cifra en la denominada autorrealización. La autorrealización por sí misma no puede situarse como meta. No debe considerarse el mundo como simple expresión de uno mismo, ni tampoco como mero instrumento, o como un medio para conseguir la ansiada autorrealización. En ambos casos la visión del mundo se convierte en menosprecio del mundo.
El sentido de la vida cambia continuamente, pero nunca cesa de existir. De acuerdo con la logoterapia, podemos descubrir o realizar el sentido de la vida según tres modos diferentes: (1) realizando una acción; (2) acogiendo las donaciones de la existencia; (3) por el sufrimiento.
Así, el sufrimiento dejar de ser sufrimiento, cuando encuentra un sentido, como suele ser el sacrificio.
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